jueves, 26 de mayo de 2011

Somos clientes, no complices

Hola, todo esto de Sol me está moviendo mucho y dando muchas energías. Las suficientes como para enfrentarme a algo que llevo posponiendo mucho tiempo: cerrar cuentas de banco y cambiar fondos de inversión sospechosos por inversiones que contribuyan al bienestar general, o, al menos, que no contribuyan de manera muy evidente al malestar.

He decidido hacerlo con previo aviso, he redactado una carta para mi banco, os la adjunto por si alguno se anima a hacer algo parecido y quiere un posible ejemplo.
Creo que igual que el cambio empieza por una y uno mismo, y que a veces tenemos que recordarnos que tenemos poder, y tenemos que recordar a las personas que tienen puestos con una concentración especial de poder, que pueden usar ese poder para el bien, que pueden desafiar la lógica de la economía formal (enriquecerse caiga lo que caiga) y promover una lógica amorosa (de cuidado del medio ambiente, del planeta, de la fauna y la flora, de las personas, de unx mismx -a veces no estamos de acuerdo con lo que nos obliga a hacer nuestro trabajo-).

Si queréis saber en qué andan metidas vuestras entidades bancarias, tenéis información en SETEM y en Close the Gap.

Un abrazo

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A quien corresponda,
Recientemente he descubierto a través del informe de Banca Limpia de SETEM que Caja Madrid (ahora BANKIA) invirtió hasta 100.000 € en la empresa Lockheed Martin que fabrica bombas de racimo, aunque la Convención sobre Municiones en Racimo entró en vigor el 1 de agosto de 2010, un mes antes de la inversión.
Esto, unido a la inexistencia de una cuenta de inversión ética, que sólo use mi dinero para la promoción del bienestar de las personas y el cuidado del medio ambiente, me genera un profundo conflicto interior.
Han sido mi banco desde hace muchos años, y sólo recientemente ha empezado a preocuparme en qué se invierte mi dinero. He empezado a buscar alternativas a sus servicios (del estilo “triodos bank” o “fiare”), en cuanto encuentre una que me satisfaga retiraré mis ahorros de su banco para trasladarlos a la nueva entidad.
Les escribo esta carta porque, personalmente, me gustaría que ustedes dieran esa posibilidad. Dada la situación mundial actual, creo que es responsabilidad de cada uno de nosotros y nosotras contribuir desde nuestras posiciones a hacer posible otro mundo. Las bancas, en tanto que gestoras del capital, son una pieza clave en ese proceso, y creo que no están asumiendo esa responsabilidad.
No sé quiénes son los que deciden los productos que se ofrecen a los clientes, pero les animo a que se planteen de qué manera contribuyen ustedes a hacer del mundo un lugar mejor o peor, y que den a los clientes de su banco la posibilidad de elegir entre tener beneficios económicos a costa del medio ambiente, de la paz, etc., o de renunciar a enriquecerse y contribuir con su moderación a que otras personas no se empobrezcan.
Puede ser que no se conviertan en los productos más populares de su banco, pero al menos estarán contribuyendo a la libertad de elección de sus clientes, entre los que todavía me cuento.


Atentamente,

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